Sin darnos cuenta perdemos las cosas, no nos damos cuenta de esas cosas que tenemos hasta que las perdemos. A veces tampoco nos damos cuenta, por lo menos yo, de las cosas que pasan, cuando voy caminando, cuando salgo con mis amigas, cuando bailo, no siento que esté 100% ahí, no estoy 100% en el presente o concentrada en el ahora. Lo recuerdo como una ráfaga, como algo que pasó hace mucho tiempo y de manera muy rápida, casi imperceptible y siempre que pregunto qué día es hoy pienso, cómo llegué acá, en qué momento? últimamente he estado muy desconectada de lo que soy, de como soy en realidad, desconectada de mi misma, muy ocupada, muy inquieta, tal vez deba darme un tiempo para mi, un tiempo para redescubrirme y volver a encontrarme, volver a ponerme en el camino en el que estaba. Antes me fijaba meticulosamente de no salirme del camino, así se me fue la vida mirando sólo hacia adelante, sólo hacia el fondo de mi camino, sin ver los árboles pasar, sin aprovechar el viento o el sol, sin descansar. Ahora cumplida una meta siento que no he encontrado un objetivo, he cambiado tanto, hecho cosas (de las que no me arrepiento) pero cosas que no están acorde con lo que soy y con lo que pienso. No quiero que la yo de ayer sea una ráfaga de la yo de mañana de la que añoraré y extrañaré, quiero ser mañana la yo de ayer pero mejorada, no cambiada. No quiero ser una ráfaga de mí misma, quiero ser una estela de luz, que parte pequeña y termina siendo un destello gigante cuyo pasado -su rastro- es aun visible, y es constante, no quiero una ráfaga que no sabemos de donde vino ni dónde parará, sólo pasa, rápida y loca. Soy loca, no rápida, mejor irse tranquilo por las piedras.
La gente no conoce lo que piensas, conoce lo que haces
(por eso no quiero hacer las cosas que no soy)
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