domingo, 15 de enero de 2012

run road run

Es en la que estamos durante todo nuestro viaje, la que recorremos para llegar a nuestro destino. Es la que pasa a 180 kilómetros por hora, tan veloz, tan borrosa, sin embargo muy lenta para mí. Encuentro que es hermosa, que es infinita, que es entretenida y que es inmensamente sabia. Porque cuando viajo me incita a pensar, a cuestionarme y a admirarme. Me gusta ver cómo todo se va desvaneciendo poco a poco: primero los altos edificios, después los locales, el tráfico de personas. Lentamente el mundo se va volviendo más monótono, más tranquilo, el ruido se va atenuando y ya no hay edificios que ver, sino árboles para admirar que abren paso a la inmensidad de la carretera; se desvanecen las casas para darle paso a los campos de cultivo, a los kilómetros y kilómetros de una hermosa y larga pre-cordillera que va corriendo con nosotros, sonriendonos y dándonos la bienvenida. El sol a lo alto, la velocidad, pelo al aire y la fresca brisa de los arboles nos dan un adelanto, nos preparan y nos limpian para presentarnos nuestro hermoso destino. Qué fresca sensacion la que da; en vez de llegar a mi destino, me gustaría quedarme en ella por siempre... corriendo rápido y admirando de día la hermosa claridad, y de noche nuestra inmensa ventana al universo con sus miles de ojos brillantes mirando y brillando hermosamente. Pero como nada en la vida dura para siempre, me despido de ella para luego decirle "Hola" a mi tan esperando fin del viaje: el mar.